«Cuatro ojos ven siempre más que dos» Del refranero español
Hace pocos días escribí a un amigo, en un correo electrónico, una frase con la palabra compartir. Al releer lo escrito, como suelo hacer para corregir, añadir, quitar y/o mejorar el texto, al más puro estilo de mi Ascendente en Virgo, me dí cuenta de que había escrito comparir en vez de compartir. Me llamó inmediatamente la atención y decidí no modificar la palabra -la frase tenía sentido igualmente- y añadí justo debajo un párrafo en que le contaba a él lo sucedido. Cuando me contestó, valoró y celebró mi decisión de mantener el nuevo término, creado «no por azar». Como tantas otras cosas que surgen y que, dquieren todo su sentido si las pillas al vuelo, manifestando su peso específico… Acabábamos de cocrear la palabra comparir. Comparir es, para mí, la acción de parir algo significativo junto con otr@/s. Sacar a la luz alguna cosa novedosa, antes no existente y que de repente aparece con su propia identidad y sentido desde una fuente pluripersonal. Comparir es el punto de llegada del proceso de cocreación hasta su precipitación en eso novedoso. Comparido. En esta etapa de la historia conocida, el capitalismo salvaje y el individualismo inducido campan aún a sus anchas. Nos vemos tod@s sometid@s a ellos, en mayor o menor medida. Hacen falta altos niveles de conciencia personal y colectiva para comenzar a salirse de los patrones neoliberales, de todas sus trampas, guiños y tentaciones consumistas, inducidos a través de los medios de comunicación de masas y la publicidad -.especialmente en la televisión pero también en gran medida en internet actualmente- para mantenernos en estado de separación, tanto del planeta al que pertenecemos como un@s respecto de l@s otr@s. En nuestra conocida 3ª dimensión, la polaridad entre vacío y plenitud se ve constantemente mediatizada por los disvalores del tener, del poseer, como fuente de satisfacción o felicidad, frente a los valores de ser. Ciertamente son necesarios algunas cuotas de tener para disfrutar de una vida digna: alimentos para nutrirnos, objetos para facilitar nuestra vida cotidiana, ropas para protegernos, vivienda para retirarse del mundo y descansar, acceso a la cultura y la vida social-vincular para sentirnos pertenecientes, medios para viajar si un@ lo necesita,… y alguna fuente de recursos, sea esta vocacional o no (mejor la primera opción, obviamente) o un «regalo del cielo» para cubrir todas esas necesidades más o menos básicas. Sin embargo, una vez cubiertas, todo lo demás es en verdad superfluo e incluso peligroso en alguna medida. El «mi, me, conmigo» se vuelve, paradójicamente, en contra de un@ mism@. Acumular objetos, mi lavadora, mi nevera, mis teles, mis libros,… disponer de una 2ª residencia, viajar por sistema a lugares lejanos incluso si para ello necesito pedir un préstamo (la 1ª vez que oí semejante aberración no podía salir de mi asombro), sin tan siquiera preguntarse honestamente ¿necesito este viaje o no? ¿necesito y quiero este… loquesea? Los apegos acechan en cualquier esquina y el sistema usa esa tendencia nuestra para someternos a su dictadura del más más más…. La sostenibilidad de cualquier asunto humano y el decrecimiento, contrario a las pautas capitalistas, son aspectos a tener en el punto de mira de todas nuestras acciones. Según nuestra conciencia nos da a «entender» en cada momento de nuestrras vidas. Todo lo que tiene que ver con valorar el compartir, cooperar, cocrear y comparir representa la posibilidad de regresar a los valores de lo vincular, la solidaridad, el sentido de lo colectivo y hasta de ser tribu. Por el propio bien y por el bien común… el menos común de los bienes. El valor de rescatar la capacidad de crear nuevas realidades, nuevos proyectos, haciendo cosas juntos, nos saca de nuestro ombliguismo y nos abre a la posibilidad abierta de sentirnos parte cocreadora de algo que nos trasciende y, por lo tanto, nos da sentido de vida,… Compartir y comparir son parte de nuestra vida social creativa. Desde una buena comida hasta la generación de una empresa, un sistema cooperativista, un pequeño negocio, un libro escrito a medias o hacer música en fiestas de amig@s.