Un poco sobre mí y mi visión de las crisis ~ 2008

ALGO SOBRE MÍ Y MI VISIÓN DE LAS CRISIS ~ 2008

Dedicado a mis amig@s: de antes, de ahora, de siempre. Sabéis bien quiénes sóis

Me siento movida en este escrito por el simple deseo de mostrar trazos de mí, pedazos de mi pasado y mi presente, así como mi visión de las crisis y su función sanadora. Este mostrar, hace más de 20 años, recién iniciado mi proceso de autodescubrimiento, y durante mucho tiempo, me era muy difícil de hacer, por desconocimiento de mí misma y porque me ponía en situación vulnerable y de peligro fantaseado.

Comencé mi camino de individuación cuando, acabando la adolescencia, empecé a tomarme en serio mis primeras crisis existenciales surgidas a raíz de la separación de mis padres y el consiguiente sufrimiento «inexplicable». Entonces no lo comprendía, por falta de recursos adecuados para ello-; contaba ya con 19 ó 20 años, pero me impactó como si fuera una niña: mi mundo familiar de referencia, del que me había alejado voluntariamente para estudiar, se partía en dos sin previo aviso. Y una de las partes nos abandonó. Y yo me sentí partir por dentro también.

Con un carácter neurótico, ego, que ahora sé dudoso, rígido, hiperidealista y contrafóbico –es decir, negador del propio miedo y temerario, a la vez que profundamente cobarde-, del que entonces tenía bien poca conciencia, fui entrando en sucesivas crisis que desbarataban mi estado de ánimo y mis ganas de hacer cosas, hasta entonces siempre a punto.

Además, tuve que ocuparme de mejorar mi salud física, mermada por la manifestación de síntomas que tenían que ver con un vivir retentivo en general: eczemas bastante molestos -que los dermatólogos decían crónicos-, alergias primaverales, tendencia a estreñimiento, escoliosis, menstruaciones en ocasiones dolorosas. Me llevó años superarlos satisfactoria o completamente. Acudí sucesivamente a homeópatas y naturistas, a deportes que disfrutaba desde la infancia, al yoga (incluso me hice profesora de yoga por un tiempo, simultáneoa mente a la investigación y redacción de mi Tesina de fin de carrera); después al tai chi y el kung fu años más tarde, Y,  por supuesto, a las terapias, en mi caso humanista, gestalt, integrativa -Programa SAT- y corporal integrativa, así como a la psiquiatría en momentos de alta urgencia. También pasé, y aún dura con mucho gusto, por los masajes y desbloqueos vertebrales, la danza y la meditación, el contacto con la Naturaleza, como la gran sanadora…  Todo esto durante y después de que me iba formando para ser quien soy en lo profesional. Siguiendo siempre mi vocación.  Acudí, en suma,  en mi búsqueda a una VISIÓN HOLÍSTICA, o  global, de la enfermedad y la salud.

Creo profundamente en el poder curativo de las crisis, en el poder iluminador de las enfermedades y los síntomas.    Nos señalan, con una extraña claridad,  hacia dónde es necesario mirar,  si es que un@ se atreve a ello  (el enfoque)  y aquello que necesita de nuestra atención  (conciencia, darse cuenta)  y el cuidado  adecuado  (acción correcta), nos guste o no, queramos o no ocuparnos de todo eso.

En Chino, crisis tiene un sabio significado doble: CONFLICTO y OPORTUNIDAD a la vez. De eso escribo.     

En las crisis suele haber gran cantidad de confusión interna, luchas intestinas entre partes de uno mismo que nos dejan agotados, además de las luchas externas con otras personas o situaciones que muchas veces no está en las propias manos manejar, contradicciones que parecen  (pero sólo lo parecen)  irresolubles, ansiedad, estados de pánico, asuntos que se escapan a la pobre visión de las cosas que uno tiene, estados de estrés exagerado,… En fin, la lista podría alargarse demasiado.

Si pido las ayudas necesarias y suficientes, sin renegar de mi responsabilidad con mi vida, con mi crisis y mi malestar, con mis recursos, con lo que va bien   y lo que no,  haciendo lo que he de hacer,  es decir, haciéndome cargo de mí mism@, comienzo a ponerme en camino.  EN MI CAMINO. Y no hay caminos trillados.

Pero si pongo completamente en manos del otro mi crisis, mi sufrimiento, mi síntoma o mi enfermedad, porque “él/ella es quien sabe de esto”, no aprenderé la lección a aprender, casi con seguridad no me curaré o convertiré un síntoma en otro, irresponsablemente, y quizá me convierta con el tiempo en una enferma crónica renegante de su enfermedad y quejosa de la injusticia de la vida… Mal negocio.

Considero que  el primer paso  para andar ese camino de autoconocimiento e individuación, mejoramiento o como sea que se le quiera llamar, es asumir que un@ tiene algún tipo de conflicto consigo mism@… y/o con el mundo. No se trata de inventarlo “para sufrir”, sino de tener la valentía de reconocer que a uno le pasa algo en lo que no está armónico.

El segundo paso es buscar bien a quien me puede dar la ayuda necesaria. Indagar entre los conocidos o, actualmente, en la información disponible en la red para ello.

El tercer paso es pedir ese acompañamiento que sea de ayuda cuando uno la necesita. Un@  no es autosuficiente.  Somos seres sociales  por naturaleza y con necesidad de contacto humano para vernos a través de la mirada de otro (es imprescindible que esa mirada sea benevolente, limpia y libre de prejuicios,… lo más posible) y que el otr@ se beneficie también de nuestra mirada. Es necesaria una dosis de humildad para dar ese primer paso.

Negar tal necesidad de ayuda en los momentos difíciles es de necios o muy narcisistas: «ya me saldré solo», «esto no es nada, ya se me pasa” o «ya puedo solo» son formas comunes de estas posturas engrandecidas, que a veces esconden miedos muy sutiles y profundos a mirarse verdaderamente o a ser visto por otro…. Un ejemplo típico es el de la persona que sintiéndose mal repetidamente no va al médico.

Y existe un paso previo a la verdadera toma de responsabilidad de mi vida y mi forma de vivirla, aunque un@ ni «lo sepa» bien del todo: el compromiso íntimo con aumentar la conciencia de quién soy, de lo que siento y lo que me impido sentir, de lo que pienso y lo que ni me atrevo a pensar, de lo que hago y dejo de hacer en mis días y noches.  Después conciencia y responsabilidad se nutren mutuamente, retroalimentándose , andando el camino, … Hasta que ya no es necesario tanto apoyo externo, porque ya me sé plantar sobre mis propios pies y desde mis adentros más esclarecidos: el anhelado autoapoyo.

Ocurra lo que ocurra con lo externo, hay una cosa excepcional que uno sí puede hacer, como digo,  y que la misma crisis o enfermedad apunta como decía más arriba: AUTORESPONSABILIZARME, es decir, comenzar a tomar el toro por los cuernos y dejar de echar balones fuera del tipo «él o ella es el/la culpable de que a mí…», «si yo hubiera tenido una infancia mejor…», «la vida es injusta» (¿quién dijo que no lo fuera?, pero es lo que hago yo con eso que siento injusto lo que marca la diferencia. Precisamente).

Soy yo la que está enferma, la que tiene una niña interna herida dentro de la adulta que soy o la que siente dolor, rabia, odio, confusión, angustia o paralización, o teniendo éxito me vivo vacío, o que no sabe decir «no» cuando siento adentro un no, o que no acepto mi cuerpo, o que no sé parar nunca, o que no sé ponerme en marcha a por lo que deseo, o… mil cosas. Y, por lo tanto, sí está en mis manos hacer algo diferente de lo de siempre para amplificar mi vivencia y comprensión de mí mismo.

En el nivel del Espíritu o Ser verdadero no, pero esta vida en 3D es polar. Al menos la vivimos así. Nos movemos constantemente en parámetros de opuestos que sentimos a veces irreconciliables,…hasta el punto de renunciar a aspectos de nosotros mismos habitualmente para mantener intacta una imagen preconcebida y forjada en la infancia para agradar o desafiar a las figuras más significativas de entonces. No importa mucho si es positiva o negativa, el caso es preservar tal imagen. Esa es la base que mantiene toda neurosis: la repetición y la mentira, la fachada.
Así, por ejemplo, si sólo acepto «ser fuerte» no admitiré mi fragilidad, ni me permitiré vivirla cuando me sienta frágil por lo que sea que me pase. O lo contrario. Lo mismo con la agresividad y la ternura, la feminidad y la masculinidad, el egoísmo y la generosidad, la soledad y el compartir, etc. Y los aspectos polares que no tengo integrados (que viven en la sombra, en el inconsciente, pues nunca desaparecen) emergerán antes o después en forma de síntomas, enfermedades o crisis existenciales.

Es responsabilidad de cada uno de nosotros integrar lo no integrado, armonizar los aspectos cómodos por conocidos con los ignorados y por descubrir;  es un camino individual pero que aporta salud al camino de la humanidad entera porque pertenecemos a ella y es un camino que necesita de un ritmo fluido entre el contacto con el mundo y la retirada del mundo. Contacto-retirada es precisamente una de las polaridades básicas de la Terapia Gestalt.

Hacer mi camino de individuación ha sido, junto con mi vivencia de la maternidad, lo más importante de mi existencia hasta el momento; hacerme yo misma cada vez más, ser la que soy y no otra fantaseada, idealizada o desvalorada. Y fue durísimo en muchas y prolongadas ocasiones. Y fue y es enriquecedor, amplificador, y me ha dado comprensión donde antes había sinsentido. Atravesé, siendo muy social por carácter, desiertos y picos emocionales y afectivos tremendos.

Puedo dar y doy gracias a la vida y a algunos seres excepcionales en mi vida, que me dieron apoyo allá donde no podía autoapoyarme, por haber podido transitar tales desiertos  -con ayudas o sola, de todo hubo-  y crecer más allá de mis anteriores limitaciones neuróticas, rompiendo barreras, dejando que entrara la luz por las grietas de mi ego y las ventanas de mi corazón hasta reactivar la propia,  reconociendo así también mis límites sanos, aquellos que me dicen clarito hasta dónde llego y lo que quiero o no aceptar del mundo. Siempre queda por trabajar y caminar, por supuesto, ¿cómo no?. «Hasta el infinito y mucho más».

Eso es lo que trato de ofrecer a mis pacientes y a las otras personas con las que me toca compartir la vida, mis compañeros de viaje: mi hijo, familia, pareja, amig@s  -l@s imprescindibles amig@s-,  mis gatas, colegas y gentes con las que me voy encontrando. El camino y la aventura de vivir, con sus altibajos, no se acaba. Bien al contrario, continúa.  Sigo en busca del centramiento y la Conciencia. La única diferencia es que ahora ya sé que están adentro y puedo tejer a voluntad  mis propias realidades y mi anhelo.  Y lo que es mejor, compartirlas con Ustedes. Con vosotr@s, l@s otr@s y el mundo.

Inlack’esh!!

Beatriz Domínguez Lorenzo. Verano 2008, Sta Coloma de Farners.  Modificado el 8 enero 2018 en Blanes

2 respuestas

  1. CRISIS: «f. Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que éstos son apreciados» (RAE)

    GRACIAS, Beatriz: por compartir experiencia de vida, que es la que realmente nos enseña a caminar mejor. Pero, incluso para quienes no compartan un concepto de crisis como el que expones o no se crean del todo su parte positiva/constructiva, les invito a leer detenidamente (y sin ir más lejos) la definición que la Real Academia Española (RAE) y Asociación de Academias de la Lengua Española dan de la misma.

    ¿Dónde, en qué palabra de su definición existe connotación negativa? Ya podéis reelerla, que no la hay. Porque dicha connotación está sólo en nuestra mente. Los cambios no siempre son para mal. De no haber sido por ellos, aún seguiríamos pensando que la Tierra es plana, por ejemplo. Los cambios, como las crisis, a veces son difíciles, profundos y necesarios. Marcan un antes y un después. Caer para volver a levantarse; rehacerse, con más energía y decisión. Toda caída duele pero más dolor sentimos (¡insoportable!) cuando, en lugar de caernos (o dejarnos caer), permanecemos tumbados más tiempo del que podemos soportar… ¡¿Qué es un golpe seco y doloroso comparado con la agonía infecciosa de padecer ampollas?!

    Las crisis, como las caídas, nos hacen o ayudan a despertar, a sacudir nuestra conciencia; nos empujan a hacer un punto de inflexión, un paro en el camino, con agradecimiento profundo y un anhelo sincero de resurrección…

    Querida crisis: aunque amarga, GRACIAS por tu enseñanza.

  2. Gracias, Sonia, por tus palabras cargadas de sentido y verdad vivida ^_^
    Rescato una en particular, con connotaciones religiosas incluso negativas para muchos, para otros símbolo de esperanza: resurrección.
    Sus defensores, a menudo olvidan que toda resurrección es precedida por una muerte. Real o simbólica.
    Una puede morir a una actitud, a una forma falsa de mostrarse al mundo, a un rasgo neurótico que bloquea la vida (habrá que aflojarlo mucho y eso duele, a veces). Puede «morir» el ego momentáneamente, rendirse; puede morir una etapa de la vida, tantas experiencias…!
    Y tras la muerte, la resurreción y la Vida. Como el Ave Fénix. Gracias, linda, por tu aporte!!

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